Domingo por la mañana. El sol entra por tu ventana, y el agradable y hogareño olor a café inunda agradablemente la casa. El café es un elemento imprescindible para muchas personas en sus rutinas diarias, desde que se toman su primer café por las mañanas, al del almuerzo, el de la comida, o el café de media tarde. De hecho, no hay comida o cena que no acabe con un buen café tras los postres para prolongar la tertulia en torno a una mesa.
Dicen que tras la moda del gintonic, la próxima moda, ya visible en muchas ciudades, es la del café gourmet. Y realmente, no es para menos. Porque además de ayudarnos a soportar los días, despejarnos la cabeza tras un madrugón, o ayudarnos a mantenernos despiertos para una noche de fiesta durante una boda al aumentar los niveles de adrenalina, el café es un auténtico festival de aromas y sensaciones dependiendo de su origen y composición.
Pero sus virtudes no acaban ahí, porque cada día hay más estudios que reconocen al café determinadas propiedades terapéuticas en la lucha contra ciertas enfermedades, tomado siempre en su justa medida y sin abusar. De hecho, sucesivos estudios relacionan de forma clara el consumo del café con un menor riesgo de padecer algunos tipos de cáncer, diabetes, párkinson, o alzheimer. Por ejemplo, el ‘Journal of the National Cancer Institute‘ explica que el consumo de café podría estar relacionado con un menor riesgo de desarrollar un melanoma maligno.
Además, tiene antioxidantes, nos ayuda a quemar grasas, podría ayudar a combatir la depresión, y también, previene el riesgo de desarrollar enfermedades cardiobasculares, aunque aumenta la presión sanguínea ¿Qué más se puede pedir? Pues una taza de café, evidentemente…